República Checa Europa

La República Checa reúne en sus más de 78866 kilómetros cuadrados tantas cosas que ver y que disfrutar que no tendrá tiempo de imbuirse del espíritu checo. Tras la escisión de Checoslovaquia, la República Checa se dividió en dos regiones: la Bohemia, en el oeste, y la Moravia, en el este. Conozca las dos.

Praga, la capital del país, tiene mucho que ofrecerle. Desde aquí le lanzamos solo algunas sugerencias, aunque debe saber que son muchas las visitas que se quedan en el tintero. Comenzamos en la Plaza de la Ciudad Vieja, donde merece la pena esperar a que el reloj astronómico dé las horas.

El castillo de Praga, donde se encuentra el viejo Palacio Real, así como algunas de las pinacotecas más importantes del país, además del Monasterio de San Jorge, es otra de esas visitas imprescindibles. Por supuesto, no puede marcharse de Praga sin conocer el Barrio Judío, todo lo que queda de lo que fuera la antigua ciudad judía, que hoy día es un auténtico complejo museístico. No pasar por alto el cementerio judío, quizás uno de los monumentos más visitados de Praga.

Sus catedrales e iglesias merecen un detenimiento. Aquí le reseñamos solo algunas de ellas: San Vito, San Nicolás, la de San Pedro y San Pablo, la de Santa María Triunfante, la del Niño Jesús de Praga, los monasterios de Strahov y de Břevnov, etc.

Pero la patria de Kafka, que también tiene su museo en Praga, tiene mucho más que darle en sus vacaciones. Algunos de los museos más curiosos que no debe perderse son el del guiñol en Chrudim, el museo husita en Tábor o el del cristal y bisutería de Jablonec nad Nisou... Si prefiere mejor hacer una ruta de castillos y palacios, aquí le damos algunas referencias: castillo de Cheb, palacio de Kynžvart, castillo y palacio de Bečov, monasterio de Teplá, castillo sobre el agua en Švihov, palacio de Nebílovy, palacio de Kozel, palacio de Hořovice, conjuto de castillos de Žebrák y Točník, castillo de Karlštejn, castillo de Křivoklát...

Como monumentos naturales, no se vaya sin ver el tilo de Semtina, el símbolo de la ciudad con más de 3 siglos; la puerta Pravčická, la puerta natural de roca más grande de Europa; o el Roquedal de Teplicko-Adršpašsko, una especie de ciudad encantada de piedra, el Parque Nacional de la Selva de Bohemia o la Reserva Natural de Soos, con restos de actividad volcánica.

Para los que buscan diversión, naturaleza y deporte, apunten la cordillera de Šumava, donde podrá practicar deportes de invierno como el esquí o el snowboard; el río Jizera, para la práctica del piragüismo; senderismo y excursiones por el Ještěd; el lago Hracholusky para el windsurfing o el embalse Slapy para la vela... Además, si busca practicar golf o pesca, también encontrará espacios para ello.

Si viaja con los más pequeños, sepa que el zoo de Dvůr Králové es famoso por sus safaris, tanto de día como de noche, en la época estival.

Ya sabes, busque su alojamiento en la República Checa y venga a disfrutar de unas vacaciones de ensueño.